martes, 17 de mayo de 2016

Mi querido cupido de porcelana

Entre el sinfín de bagatelas que despueblan mi casa, antes, emigrante de mí mismo, la ociosa vista se me ha ido a parar en ti, mi querido cupido de porcelana. Como un angelote cursi, tu figura obscena, ciega y sonrosada y rolliza, me ha recordado la gelatina de un sapo y un chabacano anuncio de neón. Un aviso de neón. Una advertencia de neón. En tu carcaj llevabas, como diminutas flechas, diminutas flechas de oro, ciego diosecillo, para hacer amar. Entre todas ellas, transportabas también una saetilla de plomo, mínima como un dardo, para hacer odiar. Mi miope idolillo, mensajero cegato, entre tanto oro, una puntilla de plomo para hacer odiar...

Charro flechero de porcelana, alcahuete topocho y nalgudo, mi obscena figurilla mamarracha, grotescamente sabia, tu disfraz no puede ocultar tu puntería, tu aterradora inteligencia. Blanco soy.

De "Cartas a mis cosas"