Sí. Ya sé que tantos poetas, todos los poetas, han recurrido
a la metáfora. Ya lo sé. Soy profesor de la rosa. Perito en pétalos. Diestro en
sépalos. Ya lo sé. Que yo lo sepa. Profesor de la rosa... Mi diferencia. La
diferencia es que yo, en este jardín, no lloro de la rosa, no rapto a la rosa.
Sino de mi rosa. Lloro de mi rosa. La mía. Mi rosa exclusiva. Esa sola rosa que
marchita. Que se marcha. Que se me mancha. Esa sola risa -rosa- mía mustia.
Ajada. Añada. A nada. Esa mía rosa sola que el jardinero -yo, el otro- no puede
salvar. Ya. Revivir. No puede. Mi rosa. Pétalo. Sépalo. Sépame. Márchase.
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