martes, 13 de noviembre de 2012

Retrato

Mi queridísimo retrato:

Apenas. Sólo a venas. Sólo algunas, muy pocas venas reconozco. Te reconozco. A mí. A duras venas. Al escondite con el tiempo, inmutable, imperceptiblemente amarillento, en asomo perpetuo tras el cristal enmarcado. Como desde un balcón de plata. No se cansan tus maseteros del rictus eterno. De la sonrisa larga. De años y años recalcitrantemente sonriendo. Los ojos como dos relojes imparables, tic-tac, tic-tac, abiertos. Incansables. Abiertos. Qué bárbaros. Nunca durmiendo. Nunca te los he pillado durmiendo... El pelo, brillante y denso, mi queridísimo retrato, el pelo volando, sólo roto el vuelo del flequillo por un remolino rebelde. Fiero. Los ojos incansablemente abiertos...

Mi queridísimo retrato. Si supieras cuánto te espío. Apenas me reconozco en ese niño. En ese niño siempre. En ese niño siempre sonriendo. Siempre volando. Siempre despierto. Nunca te he pillado durmiendo... Y a pesar de todo, a pesar de todo lo lejos, mi remotísimo retrato, me quedé. Me quedaste. Te estoy. Me sigues teniendo.

De "Cartas a mis cosas"

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