domingo, 23 de junio de 2013

Zaratán

Un cangrejo en el pecho. Como un zaratán, un cangrejo en mi pecho. En mi pecho, que se ha quedado sin mujer. Hay un zaratán en mis pechos de hombre. Desde la poesía le he pedido a ella que vuelva. Pero ella, ya, no me lee. Soy, exactamente, de la sangre con que se ha ido. No me puedo creer. No puedo creerme. No puede ser -y todo cabe en estas palabras- que ya no me cuide. Que ya no la proteja con el beso. Es imposible -todo cabe- que yo ya no quepa en su amor. Me reconozco tierramente solo sin su belleza. Como si la vida no me cumpliera. Ella y yo, ya, no soñamos el mismo vuelo. Ya, no volamos al mismo fuego. Ya, no ardemos el mismo sueño. Ya no es ella mi profesión. ¿Cuántas rosas había en el dorsal de nuestro dos? A nuestros secretos, como a nuestras estrellas, les sobraban los números.

Como un zaratán, un cangrejo en mi pecho. En mi pecho, el tumor del vacío.

22 - 5 - 13

 

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