martes, 7 de enero de 2014

Serendipia

A todo ser humano le sucede. Somos, los hombres, incapaces de sustraernos a este error. Ser humano. Ser en la inopia. Serendipia. Se llama así, serendipia, con esta elocuencia fulgurante, al caso tan frecuente de buscar una cosa y encontrar otra. Hay vocablos que son un verso en su mismidad. En su sonoridad. En su mera alma fonética. Serendipia es exactamente eso. La serendipia es un poema en sí misma. Ser-en-dipia. El hombre es un ser en dipia. Un ser cuya vida estriba -se destruye- en buscar lo que nunca encuentra y en encontrar siempre lo que no busca. En el viaje, ineludiblemente, nos topamos  con  América  cuando ansiábamos La India. Irrenunciables palomas, volamos -¿volamos?- hasta el sur cuando perseguíamos el norte. Palomas equivocadas, frustrados sin tregua, a los hombres la muerte nos encuentra, esto es cierto, mientras buscamos el amor.
 
Soy un hombre por ser un fracaso. Por serendipia.

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