A todo ser humano le sucede. Somos,
los hombres, incapaces de sustraernos a este error. Ser humano. Ser en la
inopia. Serendipia. Se llama así, serendipia, con esta elocuencia fulgurante,
al caso tan frecuente de buscar una cosa y encontrar otra. Hay vocablos que son
un verso en su mismidad. En su sonoridad. En su mera alma fonética. Serendipia
es exactamente eso. La serendipia es un poema en sí misma. Ser-en-dipia. El
hombre es un ser en dipia. Un ser cuya vida estriba -se destruye- en buscar lo
que nunca encuentra y en encontrar siempre lo que no busca. En el viaje,
ineludiblemente, nos topamos con América cuando ansiábamos La India. Irrenunciables
palomas, volamos -¿volamos?- hasta el sur cuando perseguíamos el norte. Palomas
equivocadas, frustrados sin tregua, a los hombres la muerte nos encuentra, esto
es cierto, mientras buscamos el amor.
Soy un hombre por ser un fracaso.
Por serendipia.
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