Para muchos -para casi todos- es un crimen culinario. Para
mí -tal bien sólo para mí- se me encapricha una exquisitez. Empedrar el café
solo y negro con unas tantas rocas de hielo.
Se me encapricha un arte helar de
súbito la cremosidad negra y sola. Sabiendo permanecer la espesura. Y
beber de inmediato negrura crema helada. Sin admitir nunca el aguachirle. Se me
encapricha un arte resolver amargura líquida en negra flor y nata piedra fría.
Será criminal. Anormal. Pero no otra losa se me encapricha la vida.
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