Ella. Es ella. Ella es la protagonista de este poema. Del
poema. Ella. La cuidadora. Lava al desahuciado. Que apesta. Protege al abuelo
miedoso. Es decir, al hombre. Cuidado no es otra rosa que amor. Ella. Es ella.
La cuidadora. Bella en su campechanía. Honda en superficialidad. Porque su
superficie toda es mimar la fragilidad. No es culta. Pero sabe al débil. Y yo
la estoy poniendo en libro. Ahora. Ahora mismo. Sabe gritar el decibelio justo
al viejo sordo. Sabe la caricia máxima al moribundo. Sabe la cucharada exacta
del hambriento. Del hambriento de amor. Ella. Es ella. La
protagonista del poema. La cuidadora. Rodeada de muerte. Merodeada.
Perdedora. Claro. Perdedora. Siempre perdedora. La otra gana siempre. Pero ella
es constante. Constante. Su cuidado constante más acá.
Cuanta Belleza y Amor.
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