Volver. Se apellidaba Volver. El profesor que explicaba mi adolescencia. Que explicaba Física. El maestro. Volver. Me explicaba que había un lugar -un hogar, un soñar-, un solo lugar desubicado donde la Ley de la Gravedad era inversa. Donde la fuerza no se empeñaba en hacer caer sino que se cuidaba en ascender. Un solo lugar desubicado donde desplomarse se resolvía -se rebeldía- en alzarse. En remontar. Donde lo grave era elevarse. Jamás, claro, he logrado ubicar ese lugar transgresor. Pirata. Jamás, claro, tampoco, he logrado reencontrarle. Jamás me ha regresado. Volver.
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