viernes, 20 de julio de 2012

A la corbata

Mi queridísima corbata:

La posibilidad es tu baza. Mi queridísima corbata. Cuándo paras. Enrollada a mi garganta, cuándo detienes tu lazo, cuándo decides el momento de ajuste. Exacto. Cuándo contemplas que, más prieta, me dañas, me asfixias. Me matas. Tu posibilidad, corbata potencialmente horca, máquina, ese no querer saberte soga, ese saber ser bufanda. De seda. Tu posibilidad de seda. Deslizante. Te amoldas a mi garganta. La oprimes. La oprimes más. Te paras. Te detienes en el instante preciso. Antes, descolocada. Después, estranguladora. Justiciera. Parca.

Mi queridísima corbata, adminículo hermoso, posibilidad de seda, quién, qué manos, qué diosecillo coqueto y bueno te maneja, te voltea, te anuda en revolución -en revolación- a mi cuello y nunca te hace verdugo, nunca te quiere patíbulo. Pudiendo, nunca me terminas. Quién frustra la tentación. Quién te impide el crimen. Quién te para.


De "Cartas a mis cosas".

No hay comentarios:

Publicar un comentario