sábado, 11 de marzo de 2017

Mis queridísimos calzoncillos

Soportarme tan adentro es vuestra caridad. Con cuánto algodón me tapáis. Con cuánto cuidado -resignado, discreto- insonorizáis la oficina de mi cuerpo. Planchadísimos, os arruga la mole de mi peso. Pulcros, os desafían sin calo las zurrapas -la incontinencia- de mi verbo. Me tocáis tocándoos y guardáis, fieles, infalibles, mis secretos. A vosotros me entrego desnudo, herméticamente desnudo, como la campanada a su pueblo. Sois amigos. Compañeros, Confesores. Celo. Suspensorio artista. Taparrabos experto. Sois garaje. Secretario. Dique. Aterrizaje. Vuelo.

Mis queridísimos calzoncillos, armario de mis pecados, vergüenza de mis cueros, cómplices, perezosos en ponerse, raudos en desprenderos, mudables calzoncillos eternos, pocas veces exhibidos, recatados casi siempre, escondidos, nunca secos, centinelas interiores, recibid el rendido reconocimiento de éste que os lleva.

De "Cartas a mis cosas"

No hay comentarios:

Publicar un comentario