Nunca lo había hecho. "Nunca" es palabra grande.
Pero no supera una pequeña vida. Yo nunca lo había hecho. Pasear por la orilla
de la playa en octubre. Pasearme la orilla sí, muchas veces. Pero pasearla en
octubre, no. Nunca. Era bello. Todo era bello. Yo lo era. La orilla lo era. Octubre
también. Bello. Mis pies andaban fronterizos. Mar, agua, olas, arenas, azul,
cielo, nubes. Mis pies los andaban. Salían y entraban en unas y otros. Solo. Yo
solo en la playa. Apenas con octubre. Me paseaba la orilla. Según marchaba
hacia El Puntal, mis huellas en dirección oeste. Mis huellas. No duraban. Al
regresar por el filo de la orilla hacia La Puebla, mis huellas en dirección
este. Tampoco duraban. Al abandonar la playa en octubre no quedaba ningún
vestigio. De mí. Mar, agua, olas, arenas, azul, cielo, nubes, persistían. Yo,
no. En la playa de octubre yo, no. No me permanecía.
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