Con indecible alegría -con esta tristeza que digo- iba hacia
la habitación. Su cuarto. Estaría dormido. En esa dormición plácida de hijo. De
buen hijo. En esa láctea dormición que todo padre le sabe. Mío.
Con indecible expectativa iba yo hacia su dormitorio. Vacío.
Maldito no recordar que no está. Que ya no está. Que se ha huido. Que es mayor.
Que es doctor. Doctor ya. Lejos. Allá lejos. Doctorcito. Enfermo yo. Maldito no
querer recordar que se ha ido. Que se ha marchido.
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