Una pregunta retórica es aquella trampa que no tiene escapatoria. La gramática clásica, pálida y paradójica, define la pregunta retórica como la que no requiere, la que no solicita una respuesta. Es bien sabido para los poetas, los profesionales de las perquisiciones -v. gr., Edipo o cualquier otro espejo-, que las preguntas no tienen salida. De la misma forma que el vuelo no está en las alas, ninguna respuesta reside en ninguna pregunta. Una interrogación es un laberinto. Una pregunta es perderse en ella. Una flecha es sólo flecha mientras remonta, así una pregunta se ensimisma en tanto que se dura, que se resiste preguntando. Las teorías simpáticas más modernas sostienen, pues, que toda pregunta es retórica: su sustancia es permanecerse multiplicadamente sola, inquisitivamente duda, no pervertirse -morirse- en respuesta.
Como ejemplo palmario, clarificador, valdría cualquiera. Seleccionamos, por seleccionar alguno, éste: si los presos no pueden disponer de armas cortantes, ¿cómo se arreglan las uñas? y ¿por qué se les permite conservar la voz?
De "Curso de Gramática"
Como ejemplo palmario, clarificador, valdría cualquiera. Seleccionamos, por seleccionar alguno, éste: si los presos no pueden disponer de armas cortantes, ¿cómo se arreglan las uñas? y ¿por qué se les permite conservar la voz?
De "Curso de Gramática"
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