Estaba convencido. Sosegado. Cuando era joven. Cuando era joven vivía ileso. Tenía la convicción -yo no sabía nada de Estadística- de que, por la teoría de la probabilidad -yo no sabía nada sobre la probabilidad-, en el cosmos había otras civilizaciones. Tenía que haberlas. En la inconmensurable galaxia de ceros -por teoría de probabilidades- tenían que caber otras vidas símil humanas. Cuando era joven.
Ahora la Estadística me es una fidelidad fraudulenta y la probabilidad ya no me existe. Ahora -sosegado, cierto-, vivo en la convicción de que no. De que en el cosmos no hay otros hombres. De que en el cosmos no cabe tanto caos. Vivo en la convicción de la redonda, adelante soledad.
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