Mi queridísimo coche:
Como un amante a destiempo me esperas cada mañana entre las sábanas grises del garaje. A la luz tenue de una fluorescencia sucia te insinúas -vagamente rutilante- y te me ofreces demasiado fácil abriéndote de puertas. Yo te entro, viajero inútil, repugnando el lupanar sórdido que huele a goma y petróleo. Y me llevas dentro, voraz, con vaivén promiscuo de ballena y me escupes como esperma, o como un aborto, tras nuestro vano viaje carnal.
Mi queridísimo coche, refugio impotente, claustro frustrado, mujer de ninguna manera, tentación, zorra, vulva fría, para ti el asco venéreo de mi kilometraje.
De "Cartas a mis cosas".
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