domingo, 15 de junio de 2014

El hombre es el fracaso de la humanidad

¡Qué difícil es matar hablando! ¡Qué difícil disparar un libro! Dicen que no ha habido un minuto en los siglos sin guerra. El hombre ha hecho de la guerra su estado natural. Algo inherente. La guerra, que es el fracaso del hombre, la ha erigido éste en su consustancia. La guerra consustancial al hombre. El hombre esencialmente es, pues, un ser fracasado. El hombre es el fracaso de la humanidad. La guerra es el hombre. Pero nunca la guerra podrá ser humana, porque “un hombre no puede abarcar tantas atrocidades ni dolerse de ellas debidamente”. La guerra siempre sobrepasa al hombre. Este jorobado animal crea el monstruo que le devora. En el castigo tiene la penitencia. Me diréis que hay una injusticia universal de la que no somos responsables. Un mundo malo plagado de catástrofes y enfermedades del que somos miserables víctimas. Puede ser. No conozco el mundo. Conozco al hombre. Si el mundo es malo, el hombre lo hace peor. La espada la inventa el hombre. No existe ningún natural yacimiento de espadas. Y “todo el que tiene espada quiere vivir de ella”. El mundo es malo.

Fragmento de "Lázaro Valbuena"

sábado, 7 de junio de 2014

Especial Lorca

Federico García Lorca al Duende de la Cruz y de la Sangre de los Gitanos de Vitoria


Conferencia pronunciada por Juan L. de la Cruz Ramos en el transcurso de una Jornada Lorquiana celebrada en el Museo Bibat de Vitoria-Gasteiz, el pasado 27 de mayo de 2014.


Señoras y señores lorquianos, buenas tardes.

Al comenzar una charla como ésta suele ser de rigor explicitar algún agradecimiento. Con frecuencia, tal agradecimiento no responde a una emoción sincera sino que se reduce a un mero tópico frío, a un mero formalismo sin carne caliente. Muchos de ustedes me conocen -y Federico también- y saben que yo soy incapaz de deshabitar mis palabras de efusión. Es decir, soy incapaz de pulsar palabras deshabitadas de mí. Por eso, desde toda la agitación de la poesía, quiero -quiero- agradecer muy hondamente a ese verso que es la profesora Elisa Rueda su invitación para hablar hoy y aquí, ante ustedes y ante él, de mi Federico. Quiero agradecerle también el haber encarnado los poemas lorquianos en estos gitanos de cobre y aceituna, en estos gitanos de Vitoria, en estos mis amigos gitanos dulces de limón amargo. Y quiero agradecerle también a la buena y profesora Elisa Rueda su afán por hacer vida de la poesía en este momento en que, como casi siempre, como Federico, la poesía está condenada a muerte.