domingo, 30 de septiembre de 2012

Desconfianza

“Guardaos de los que utilizan falsamente la palabra y la imagen. En verdad os digo que estos bastardos son para mí los hombres más despreciables. Adulterar la palabra y doblar la imagen para beneficiarse o medrar es la máxima deslealtad. Disfrazados de charlatanes o de profetas vienen a vosotros con vestidos de ovejas mas por dentro son lobos rapaces. Engalanados siempre de banderas, su corazón está descalzo de canela y de bondad. Guardaos del que grita y se dice perseguido e invoca a la patria y desgasta la voz libertad. La impostura es necesariamente ruidosa. La auténtica profesión de servicio y de ayuda es mester secreto y es reserva y mesura y circunspección. Barril. No garrafa. Quien busca solo el bien busca el bien sólo y huye de la ínsita maldad de la fama. Guardaos de los que pervierten la palabra y la imagen. Esos ruines. Esas ruinas.

La palabra vale siempre y cuando esté llena de obras. Siempre y cuando explote en hechos borrachos del vino de la benignidad. La palabra siempre y cuando sea una paloma que defeque descarada sobre el carísimo traje de los inicuos. No basta el perfume de su teoría. La palabra vale siempre y cuando se abra la flor trabucaire de su irresignable rebeldía. La palabra es madre cuando pare sediciones, es roca cuando edifica, es suelo cuando os pone de pie. La palabra no es adorno. La palabra es sólo palabra cuando avergüenza y está armada hasta los dientes del infinito honor de las palabras”.

De "Según María"

martes, 25 de septiembre de 2012

Texto Incompleto

(princípielo y acábelo; proponga un título)


...Convencido como estoy de que no habría aire si no tuviera boca he decidido respirar. Respirar para hacer vaho. Jugando.


Cuánta piel está esperando mis dedos. Mis dedos respiran como diez bocas que tocaran un instrumento de viento. Un amor aerostático, pongo por ejemplo. Mis dedos lo inflan. Y asciende. Asciende. Se levanta el amor al amor de mis dedos. Y asciende. Asciende. Se hincha. Lo agito y suelta lastre. Se derrama como respirando. En estertores violentos. Se derrama el amor al reclamo de mis dedos. Estaba esperándolos. La piel del amor esperaba a mis dedos. El tuétano del amor exigía a mis dedos. Convencido como estoy de que no habría amor si no tuviera dedos he decidido...


De "Curso de Gramática"

lunes, 17 de septiembre de 2012

Hoy



Hoy, como siempre después, otra vez

sufro de anginas la espalda del viento,

sudo recuerdos del justo momento

en que ayer tu mano, hoy almirez.



Hoy no es un verbo del mismo jaez

que el ayer que por ser hoy hoy intento,

hoy es un torpe reloj de cemento,


lenta cadena perpetua sin juez.



Hoy es mañana, hoy es otro día,

hoy simplemente no debiera ser,

hoy es mentira, un error cruel,



picor de la pluma, antiguo papel.

Hoy, lo repito, hoy ya no es ayer,

piel a piel ayer tu piel tras la mía.



De "Sonetos Despacio".

viernes, 7 de septiembre de 2012

El coche

Mi queridísimo coche:

Como un amante a destiempo me esperas cada mañana entre las sábanas grises del garaje. A la luz tenue de una fluorescencia sucia te insinúas -vagamente rutilante- y te me ofreces demasiado fácil abriéndote de puertas. Yo te entro, viajero inútil, repugnando el lupanar sórdido que huele a goma y petróleo. Y me llevas dentro, voraz, con vaivén promiscuo de ballena y me escupes como esperma, o como un aborto, tras nuestro vano viaje carnal.

Mi queridísimo coche, refugio impotente, claustro frustrado, mujer de ninguna manera, tentación, zorra, vulva fría, para ti el asco venéreo de mi kilometraje.

De "Cartas a mis cosas".

domingo, 2 de septiembre de 2012

La desconfianza intelectual

A vosotros os recomiendo, os solicito la desconfianza intelectual, decía Lázaro Valbuena a sus alumnos. La desconfianza intelectual. Como recta actitud moral, el permanente recelo ante toda fuente, ante cualquier foco de poder. El poder no vivifica, inunda; no ilumina, quema. Frente a él, desplegad tozudamente la artillería de vuestra crítica; despegad el planeador de vuestra voladora reflexión. Optad por el dolor del compromiso, por la viruela de la socarronería, por la incomodidad ética, por la picajosidad del no sometimiento. Arriesgad. Apostad por el alacrán de las preguntas, no por el alazán de la condescendencia. Un universitario, un escritor, un poeta, ha de ser un irritante forúnculo, un dardo de desasosiego clavado en el trasero del poder. “No valgo para arrullar”, escribía en una carta Dostoievski. No arrulléis. Que vuestra palabra sea un tormento para los fuertes y el desenmascarador de todos los disfraces tras de los que el poder y su mendacidad se recatan.

Del Ensayo 'Lázaro Valbuena', de próxima publicación, capítulo LXXVII