Tú sabes. De la tragedia. También de la Poesía -cimas, simas- entre tanta... Pues eso. El hombre aguanta. El poeta aprieta. Los dos, heridos, intentan...
domingo, 21 de junio de 2020
PoesíApp: El balance
Cuando uno llega a un cielo -hielo, tal vez, quiero decir- en que la edad ya no puede esperar. Cuando uno llega tan lejos -viejo, quizá, me atrevo a fingir-, uno se abisma al balance. A su riesgo. Uno -tan lejos, tan viejo- concluye que, acaso, no merece la arena. Que nunca disfrutó de la playa. Que nunca el mar le bañó de tierra. Uno -tan viejo, tan lejos-, desde su prudencia, concluye que, a lo peor, lo mejor es no ejercer balance. Que, a lo error, ojalá -incluso- no haber vivido. Para qué. Para llegar -no llegar, seguramente, quiero decir- solo, sin acento, a ser distancia.
sábado, 6 de junio de 2020
PoesíApp: La puerta
Vendo la absoluta certeza. Estaba. La había. Aquí. La puerta. Yo la abría una y otra piel. La entraba. La salía. Me traspasaba. Vendo la certidumbre de su estancia. De su esencia. De mi fluencia. Aquí. La había. Y, sin encargo, ahora, donde había ya no me hay. Me cancela.
PoesíApp: La palabra
La palabra, cuando menos, es algo. Me resta, donde más, ese conduelo. Algo. A lo peor se me multiplica. Ese algo inerte de esa palabra. Ésta. Vacío. Esta palabra que es un hueco. Un intervalo. Me resta.
Ella. Otra vez.
Ella siempre. Me ha dejado un roto más. Mi gira es dejarme. Ella. Dejarme. A pocos. No una dejación constante. No. Constante. Sí. Una dejada. Una dejada constante. Un roto añadido. Más.
Así que sólo me resta la palabra. Ya es algo. Me consuelo. La maldita palabra hueco. O qué edad. Ésta. Vacío.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)