lunes, 7 de diciembre de 2020

PoesíApp: Certificado

Murió enfermo de sus poemas. Sigue viviendo. Claro. Viviendo vivo,  enfermo, imperfecto.  Interfecto. 

Se comportó muy amablemente, en verdad. La funcionaria del Registro. Cuando el poeta -soledumbre, sólo lumbre, sombra sola- solicitó su Certificado de Defunción. La funcionaria se sorprendió, clara. Pero, en los ojos de aquel enfermo, de aquel muerto vitalicio, detectó tanta prieta luz, tanta ciencia, que accedió sin rechistar a extenderlo. El Certificado. Nombre: Fulano De Paz, De Guerra. Causa del deceso: Estar. Fecha: Ahora y Siempre. Firmado y rubricado.

PoesíApp: Pena

Ingenua y osada a la vez, cierta -falsa- doctrina filosófica sostiene que la cosa -la que sea, que ya es sostenella-; que la cosa, digo, dice la filosófica doctrina, no existe si no tiene nombre. Yo acarreo una suerte de pena, un destino de pena para el que tal superlativo absoluto -pena- no es suficiente. Mi pena es mucho más que la pena negra. Mucho más que una atroz pena. Es mucho más allá que un nombre, ésa, mi pena anónima, maldita -victoria pura-; esa pena mía que me acarrea.

PoesíApp: Ola

Quizá, mucho peor que ser Juan me hubiera sido ser ola. Humedad y salumbre, las olas nacen sin saber delimitar exactamente dónde. Vagan, yerran cuasi eternas. E, irremisibles, rompen, se rompen. Acecha -vientre- una orilla traicionera.

Pensándolo ruin, quizá mucho más que ser Juan me he sido, perpetuo -humedad y salmuera-, ola.