Ahora que empezaba a ser viejo había decidido morirse. No podía soportarlo. No podía soportar que el sarmiento de sus dedos le impidiera tocar el violín. No podía soportar que la humanidad de su cabeza acabara con su genio. No podía soportar que las vocales de su cuerpo fueran puro dolor. No podía soportar que la lentitud de los minutos ralentizara su carrera perfecta. No podía soportar a Dios, al que había amado tanto. Y ahora le traicionaba. Ahora que empezaba a ser viejo había decidido morirse. Aunque no sabía cómo. Estaba tan solo. Y tenía tanto miedo.
Como siempre. Pero ya demasiado tarde.
De "Teoría de Fragmentos"