Como un cachorro san bernardo, mi fiel botellín de agua, tan humano, al rescate de mi voz perniquebrada, rotos tantas veces la tibia y el peroné de mi palabra. Perrillo restaurante de la fatiga crónica de mi canto, mi querido botellín. Ameno botellín lluvia, refrescante, bebedizo, botellín sindical y justiciero -aguacero-, te me das generosamente líquido para saciar el hambre de mis amígdalas, para aliviar las ampollas de la voz, la garganta de la fiebre. Te canto hoy el puño cerrado de estos versos, el himno de esta carta. A ti, camarada acuífero, activista lustral de la internacional de la bondad.
Mi queridísimo botellín de agua, leve, adecuadamente femenino, casi como una botella, como una perrilla, botellín siempre conmigo, igual que mi nombre, botellín que bautizas -hidráulico- mi campanilla, para ti mi gratitud toda.
De "Cartas a mis cosas"
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