lunes, 22 de mayo de 2017

Diario de un poeta que acercó a Baroja y Juan Ramón a Poznan, Polonia

En el marco del Programa ERASMUS para la Movilidad del Profesorado, de la Unión Europea, impartí en abril de 2017 unas clases en la Universidad Adam Mickiewicz de Poznan, Polonia, invitado por el Departamento de Literatura Española e Iberoamericana. "El estilo en LA BUSCA de Pío Baroja" y "Juan Ramón Jiménez: Conquistar la Belleza absoluta con la palabra". He aquí el diario de esos días.
  

22/4/17, sábado

Me ha brotado herpes en el costado izquierdo. Muy molesto. Pero no doloroso. Es lástima: ahora que parto para Polonia.

Poznan es una de las ciudades más históricas
y con más tradición de todo el país
Los médicos me han hablado de la recurrencia de una antigua varicela. Y tan antigua. Yo. Cincuentón largo.

Pero creo que se trata de Belleza. De tanta Belleza como vi, leí y escribí estos días pasados en Castilla. Belleza atiborrada que ha reventado en sarpullido indoloro. Aunque molesto. Tanta Belleza tenía que explotar. Que explotarme.


23/4/17, domingo

Estoy conociendo la ciudad de Poznan. Que se ofrece. Impúdica. Hay mucha Belleza. Hay mucho pasado. Para bien. Y mucho lastre del pasado. Para mal. Hay mucha decadencia. Hay muchas ansias de un futuro que se exige. Al que no saben esperar. Anhelan una modernidad rápida que anule el pretérito. Sobre todo el más reciente. Quieren ir deprisa. No tienen suficiente dinero. Quizá tampoco suficientes ideas.


24/4/17, lunes

Algunos lugares espléndidos. En verdad hermosos.

Rincón de la plaza del Mercado
de Poznan en Polonia
En otros se mezcla caóticamente lo antiguo y la pretensión de lo actual. Poznan enamora. 

Cautiva y repele. Como el amor.

Como la vida.


25/4/17, martes

Misión cumplida. Con creces. En la Universidad Adam Mickiewicz. Baroja y la estética de la fealdad les ha interpelado. Juan Ramón y la estética de la Belleza les ha fascinado. Volando.

He disfrutado. Han disfrutado.


26/4/17, miércoles

San Estanislao. Impresionante iglesia barroca. Jardines de Chopin. Romanticismo en la naturaleza. Museo Nacional. Colección permanente muy notable. Mucha pintura polaca. Claro. Pero también del resto de Europa. Una sala espectacular de pintura española. Carreño de Miranda. Ribera. Zurbarán. Un par de Velázquez pequeños. Como exhibición provisional: Hans Arp. Deslumbrante despliegue de la morfología de su escultura.

He comido solo. Sin colegas, esta vez. Me he permitido un homenaje que no cobraré a las generosas arcas de la Unión.

El colorido que rodea la ciudad es espectacular
Esta tarde… La Ópera y sus jardines.

El Palacio Imperial. El Palacio del Káiser Guillermo II. Lo estoy recorriendo. De repente, dos milagros.

El primero. Un trío. Adolescentes. Rompe a cantar. Música polaca y latines en el aire del misterio palaciego. Estoy solo con los serafines en el salón espléndido. Éxtasis.

El segundo. Un ángel se me aparece. Se personifica. Se angelifica. Tiene alas. Eso es seguro. Habla polaco. Sólo habla polaco. Yo, inglés. Pero nos entendemos. Perfectamente. En el políglota idioma de los cielos. De los ángeles. De los hombres que se quieren. Que se quieren comprender. Me enseña, a mí sólo, los tesoros del Palacio. El trono del emperador. Los gabinetes de Hitler. Donde el oscuro nazi no estuvo. Pero sí Himmler y Göering y Goebbles. Me estremezco. Yo solo. Y el ángel.

Por cierto: los ángeles tienen sexo. Femenino. Femenino bello.

Embelesado de ángel y saturado de poder abandono el Palacio. Mi sensibilidad no puede más.


27/4/17, jueves

Esta mañana he visitado la catedral de Poznan. Mil veces construida y destruida. En este momento es un pastiche gótico de ladrillo polaco. Un pastiche de los años cincuenta muy bien conseguido. Muy acertado. La catedral se yergue en una ínsula fuera de la ciudad. Un paraje bellísimo. Jardines. Paz.

Vista a contraluz de la Catedral de Poznan
He andado la catedral. Una y otra vez. En un peregrinaje de hermosura y soledad. Dios no estaba. Al menos no estaba conmigo. Pero algo -un lago profundo- fluía.

He visitado la cripta. Se me ha quedado. Honda. Todos llevamos una cripta jonda que nos reclama.

He visitado también la Capilla Dorada. En el culmen de la girola. Se ha iluminado a mi presencia. Luz de pan de oro. Mucho oro. Creo que poco pan. Dios no estaba. Al menos no estaba conmigo.

En un petitorio he encendido una vela. Fuego. Por Paúl. Y -no puedo negarlo- por ti. Por Ella. Inma. La fuerza. La fuerza de la costumbre.

Dios no estaba conmigo.

Ya me he despedido de la profesora Judyta Wachowska. Cinco días de intensa bondad. No puedo negar un poco de melancolía.

  
28/4/17, viernes

En estos momentos estoy en la Biblioteca del Conde Raczynskich escribiendo. Así hago tiempo antes de ir al aeropuerto.

Fachada principal de la Universidad
Adam Mickiewicz de Poznan
Ya estoy en el aeropuerto de Poznan. En media hora empieza el embarque hacia Frankfurt. En esta ciudad alemana dispongo de poco tiempo para el transbordo. Espero que todo salga bien. Que no me quede en Frankfurt tomando salchichas por necesidad.

Después de transhumar por los aeropuertos -esos no/lugares-, desubicado y sucio, llegué a casa sin novedad.

La casa es demoledoramente acogedora cuando uno regresa del extranjero. Sobre todo la mía. Que es una extensión confortable de mi YO grande y frágil.

El hecho de que no hubiera novedad enfatiza, con patetismo, la metáfora del viaje. Vas solo. Lo vives solo. Vuelves solo.

Vibrante. Brillante y grisáceo viaje de la soledad a la soledad.

Ha merecido la pena. Tanta vena.


29/4/17, sábado


Gracias por haber estado ahí. Aliviándome. Justo al otro lado de la palabra.

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