Yo lo he visto en una película. Un cómico. En
calzoncillos. Desgarbado y flacucho. Entre esperpéntico, charlotesco,
surrealista y pánico. Huyendo del absurdo, gesticulando ostensiblemente, en plena
hiperactuación, ingresa, sin saberlo -esta inconsciencia es poéticamente muy
importante-; ingresa, sin saberlo, digo, en un campo de minas.
Larguirucho y enteco, gesticulando ostensiblemente, ostensiblemente feliz,
brinca y baila de acá para allá. En su libertad ignorante. De repente,
alguien, desde fuera -siempre hay alguien, fuera, aguafiestas-; alguien,
desde fuera, digo, le advierte de las minas. Por doquier. Las minas por
doquier. Y entonces el esperpento en calzoncillos, desgarbado y flacucho, que,
por fin, sabe dónde está, se detiene, hiperactúa su paro. Pánico. Quietísimo. Y
la película acaba. Se acaba. Me termina. Yo la he visto.
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