Medinaceli. Nunca antes. Nunca antes lo había cogido. Nunca
antes me había acogido. El espacio. El espacio sideral. Medinaceli. Es la
noche. Alta. La noche alta de Medinaceli. Me asomo a la negrura sinfín. Me
asume la pura oscuridad. El atezamiento brillante. Brillante. Porque mil
fogonazos titilan en el horizonte imposible. Intuido. Mil fingidas luminarias
titubean. Mil ráfagas deslumbran. Mil chispas destellan la oscuridad. No son
estrellas. Que también vanidosean. Son intermitencias humanas. Son luces
humanas. Son rachas de electricidad humana que rayan la noche. Negror y brillo.
Medinaceli. Sólo el espacio. Sólo el espacio sideral que me encoge.
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