Hace un año. Otro hoy. Justo ahora. Doce otras. Eran las doce en vilo.Vestido de amaranto y oro -ojalá-, mi coche negro zaino abandonó, volando, raso, la plaza. Ni el tiempo ni la autoridad la permitieron. La muerte. Y, sin embargo, yo, vestido de llanto y lloro, yo, un aparte, se quedó. Allí. En la mediana. Fuera de la plaza. Para vientre.
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