Discreta. Asustadamente. El periódico lo publicaba. El anuncio. La oferta. De estrellas. Contador de estrellas. Se necesita contador de estrellas. Y una dirección: Solomar, novecientos, ático derroche. Con discreción. Con miedo. Acudí. Me atendieron. Solícitos. De noche, claro. Hay que contarlas de noche. A cada contador se le adjudica una parcela de negro, de cielo negro, de cielo noche. Y cuenta. Estrellas. Todas las que pueda de entre el sarampión estelar de su parcela. No hay retribución. El sueldo de cada contable es el formidable. El propio infinito de su cómputo. Asustado. Discreto.
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