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Mientras los hermanos mayores envejecemos los hermanos menores, tal vez, crecen. Tal vez. El otro día, en una cualquiera reunión de queridos, hablando yo -siempre hablo de lo mismo- de mi fracaso, en un momento dado -cemento armado-, hablando más fracasado que nunca, rompí a llorar. Todos mis queridos presentes paralizaron. Se paralizaron. Sólo mi hermano pequeño, crecido y viejo, se me acercó. Me tomó. Y levantó mi pena.
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