domingo, 21 de julio de 2013

Las manos de Lang Lang

Mi hijo me regaló. Yo soy un melómano. Por eso voy poeta. Me regaló un disco de Lang Lang. Universo. La orilla ilimitada del círculo se expandía. A través de palabras en sol de clave. Tanta maravilla venía enfundada. La carátula del cofre del tesoro es una foto azul. Lang Lang imberbe. Puro. De ojos enormes en los que la luna. Mirándome. Mirándome travieso desde su flequillo indómito. Y las manos. Las manos de Lang Lang. Las manos alzadas. Expuestas. Dos estatuas clásicas. Vivas, claro. Arte sólo. Las manos de Lang Lang. Los huesos justos. La espiga de los dedos. Rosas al cabo. Manos como poemas. Manos belleza. Capaces de todas las pompas que caben en el milagro. Mera potencia. Las notas todas en la posibilidad de sus falanges. De sus yemas. Manos tecla. Manos instrumento. Manos Midas que convierten en piano cuanto tocan. Las manos de Lang Lang. Dos mínimos absolutos, frágiles como almas.

Yo soy un melómano. Por eso voy poeta. Quisiera -no quiero nada tanto- que me las impusiera. Que las manos de Lang Lang pulsaran mi corazón silente. Que le crearan la antigua rosa. Que las manos de Lang Lang tocaran el piano mudo de mi corazón y sonara, azul, el tesoro de antes. Antes…

29 - 6 - 13

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