Circular, como un buen amigo, me abrazas el dedo levemente herido. Me endedas. La yema cortada en suavidad de filo te hospeda, samaritana tirita, hospitalaria. La yema enferma y tú, apósito caritativo. Has frenado mi sangre y la has acogido como un cáliz acuna el vino. Como hace el cáliz con el hijo. Paternalmente me has rodeado vendándome de algodón, de calor, de mimos. Al amor de tu pecho la hemorragia lo ha entendido y han cicatrizado las efemérides en mis latidos.
Camarada mínimo y compasivo, sobre todos bueno, compañero mediquillo, misionero tejido, cantinero y lazarillo, hermano esparadrapo, para ti el talco de estas palabras, su humor de cromo y mercurio.
"De "Cartas a mis cosas"
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