sábado, 8 de marzo de 2014

Sinestesia

Todos los días, ya trajeado, me visto unas gotas de colonia. Pulverizo con meticulosidad una, dos, tres, cuatro veces la pechera de la camisa. Y una, dos veces ambos flancos de la chaqueta. Siempre con esmerado tino para esquivar la seda de la corbata. Así, perfumado por fuera, me reputo sano y salvo.

Todos los días, una vez esenciado, hermetizo con exactitud el vidrio tallado del pomo de almizcle, para que el olor se permanezca íntegro y consagrado. Y, como culminante de la ceremonia, todos los días repiqueteo en el frasco con mis dedos inmaculados. Todos los días la lima de mis uñas teclea la misma cantilena. Todos los días las mismas notas de cristal resuenan entre vapores.

Hay algo, todos los días, en esto, de mágico. En esa conjunción de aromas musicales. Y de sonidos fragantes. Y de transparentes notas que cantan mis efluvios rasgueadas por la guitarra de mis manos… En esa confusión de sentidos -yo trajeado-, en ese juego de belleza, de pereza, todos los días, esperado…
 

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