Quiero ahora decirte, dejar escrita, tu radical extravagancia. La paradoja de tu naturaleza. Muerta, cómo te permaneces enhiesta, primaveral, florida, en pie de -fingida- tierra. Viva -porque estás ahí, yo no te invento-, cómo te ajas, cómo dimiten tus pétalos de su rubor, cómo te empolvas con pátina de mueble. De arpa olvidada. Mi querida planta artificial, ficción desleída, la erección mantenida de tu tallo es baladronada pura, apócrifa potencia de escayola. Los insectos te rehuyen y el sol te hiere. Te destiñe. Te desanima. Te asombra.
Mi querida planta artificial, te estoy diciendo -escrita- tu vegetal humanidad de yeso. Cómo vives sin vivir en ti. Deshabitada. Vigorosamente muerta.
De "Cartas a mis cosas"
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