cederte, en verdad que no comprendo,
hijo, por qué en lugar de darte ardiendo
te hielas más acá de la simpleza.
Derrochas, manirroto, tu fiereza,
irrecuperables, las horas, confundiendo;
buscas al revés, retrocediendo,
creyendo atirantarte en tu firmeza.
La belleza se ofrece pudorosa,
recatada, latente, invisible,
manifiestamente transparente,
elocuentemente silenciosa.
Sé, hijo mío, hábil, piel, sensible.
Atrévete. Ríndete. Sé valiente.
De "Sonetos despacio".
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