De seguro ya no será. Han transcurrido tantos años insolentes, reicidas, como para que ya no sea... En mi infancia, para zarquear la colada blanca, mi madre y la tata lo usaban. Azulete. Una suerte de polvillos iris que matizaban la albura de sábanas y toallas y manteles mancillados en el fragor de la mesa. El azulete eleganteaba el blanco pulcro con una süave nota de cielo. Azul ascendente y tenue.
De seguro ya no será. El azulete. Ya no será. Ya me gustaría que fueran hoy en día unos polvillos a cuyo sortilegio yo mismo me azulara, tenue y ascendente. Y pudiera, elegante y zarco, volar.
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