Permanente, hija: Al otro lado del espejo, donde soy, sabes, tú sabes, desde que... A este lado del espejo, digo, te digo que la visión es panorámica. A este lado se ve incluso cuando tú no estás del otro. Incluso cuando te has librado del control del azogue. Y lo que veo, lo que te veo, lo que te escucho cuando te supones invisible a mí -invisible a mí que, desde este lado, sola, sólo soy y soy panorámica-, lo que te veo y te escucho no. No me... Hay un llanto que te comprendo, que necesitas, que se me filtra pero no me duele. Hay otro llanto que no debes, que no me debes; que no merece, que no merezco, que no mereces; un llanto que no te alivia, que no más lastima y que, sí, ése sí, me fenece. No me remates con ese llanto inclemente. A mí. Panorámica. En este lado eterno...
Tu madre, persistente.
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