Toda la belleza del tiempo. De un mármol verde, casi jade. Con aplicaciones de bronce imperio -pretensión de oro-. El reloj. Y su guarnición de candelabros a juego. De candelabros que juegan a atrapar el fuego. Su juego. Mi último reloj de época. Coleccionista irredento, yo, de antigüedades vivas. ¡Ah! Y la sonería. La cantilena a las medias. La cuantía a las horas. La sonería. Al principio sonreía, yo, coleccionista irredento, a la sonería. La música del juego. Del fuego. Pero ahora, ya, acostumbrado, consciente, sé que cada campanada es una advertencia. Conteo. El tiempo. Del tiempo. La acechadera del tiempo. El tiempo. Coleccionista. De mí.
Lectura del poema, ambientación y edición, Gorka Zumeta
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