Nunca lo había hecho. "Nunca" es palabra grande.
Pero no supera una pequeña vida. Yo nunca lo había hecho. Pasear por la orilla
de la playa en octubre. Pasearme la orilla sí, muchas veces. Pero pasearla en
octubre, no. Nunca. Era bello. Todo era bello. Yo lo era. La orilla lo era. Octubre
también. Bello. Mis pies andaban fronterizos. Mar, agua, olas, arenas, azul,
cielo, nubes. Mis pies los andaban. Salían y entraban en unas y otros. Solo. Yo
solo en la playa. Apenas con octubre. Me paseaba la orilla. Según marchaba
hacia El Puntal, mis huellas en dirección oeste. Mis huellas. No duraban. Al
regresar por el filo de la orilla hacia La Puebla, mis huellas en dirección
este. Tampoco duraban. Al abandonar la playa en octubre no quedaba ningún
vestigio. De mí. Mar, agua, olas, arenas, azul, cielo, nubes, persistían. Yo,
no. En la playa de octubre yo, no. No me permanecía.
sábado, 19 de octubre de 2019
martes, 8 de octubre de 2019
PoesíApp: Fuenteperruna
Sólo en eso. Pero en eso. Equivocados. En lo del mar, no.
Pero en eso del perro... Equivocados. En todo lo del mar, acierto pleno.
Mientras José Javier moría, mientras se permanecía, mientras se entraba en la
mar, Mariajosé y Salvador y Teresa acertaron dándose, dándole orillas.
Astrolabios. Mientras José Javier se entraba en la mar.
Pero, eso sí, en lo de que el perro no se haya despedido de
su amo, en lo de que el perro no haya podido, no le ladrara su último amor, en
eso, solo en eso, Mariajosé y Salvador y Teresa están equivocados.
Los perros tienen su tiempo. Una especie de edad de oro, de
siglos de oro caninos paralelos a nuestros relojes. Y José Javier era el dueño
y señor de los dorados siglos. Dueño y señor de Zalamea y de aquella casa con
dos puertas y -escúchame, Teresa- dueño y señor -amor- de todas las niñas de
plata. En ese áureo tiempo al que José Javier pertenece, que José Javier
señorea, allí, perros a una, en esa mágica Fuenteovejuna, su perrillo se
despidió. Y José Javier jugaba lanzándole mil pelotas en versos clásicos. Y
todos los perros -escuchadme esto, Mariajosé y Salvador y Teresa-, todos
los perros de todos los teatros -Quitos, por supuesto; e incluso el perro del
hortelano- se han despedido de él. Y es más. Ahí, en ese tiempo de oro, en esa
mágica Fuenteperruna, José Javier sigue haciendo. Y le dejan hacer. Sigue
siendo. Y le dejan ser.
domingo, 22 de septiembre de 2019
PoesíApp: El maestro ausente
Ausencia. Dobla en el aula un impermeable de pena. No
está. Él no está. El maestro. Ya no puede estar. Los otros maestros lo saben.
Los alumnos lo saben. Todos y cada uno de los siglos de oro lo saben. Y
los caleidoscopios lo saben. También. El maestro ya no puede estar. La pena
reside -zorra- en darse cuenta. Y entonces, justo entonces, en el aula dobla un
impermeable de pena. Todos los otros maestros y los alumnos todos y los siglos
áureos y los caleidoscopios y todos los versos a una, todos los versos en una
-universidad-, rompen, se rompen, rompen a llorar. Un llanto corto. Hondo. Sin
estridencias. Justo el llanto. Darse cuenta. El maestro ya no puede. El maestro
ya no está.
Homenaje al Profesor José Javier Rodríguez, fallecido el 21 de septiembre de 2019 en Bilbao.
Homenaje al Profesor José Javier Rodríguez, fallecido el 21 de septiembre de 2019 en Bilbao.
martes, 27 de agosto de 2019
PoesíApp: Madrid llueve
Llueve. Madrid llueve. Esta azul ciudad. Para mí. Azul. Hoy
llueve. Me llueve. Estoy contento. Me parece que al madrileño, desacostumbrado,
la lluvia le perturba. A mí me hace sentir en casa. Siempre me siento en casa
en Madrid. Pero más si cabe cuando Madrid llueve. Porque entonces es un Madrid
bilbaino. Que despliega su cortina de agua, de belleza. Es un Madrid entregado.
Impúdico. Es un Madrid húmedo. Pícaramente gris. Casero.
miércoles, 21 de agosto de 2019
PoesíApp: Museo de réplicas
Solo. Otra vez. Otra luz he visitado el Museo. Lo he revivido. De hecho. Lo he resucitado. Porque entre todos -vacío- lo habían muerto. Solo. Yo solo con la belleza en escayola. La belleza reproducida en belleza. La belleza resuelta desde la belleza. La belleza que no más puede generar belleza. Regenerarse.
Solo. Otra vez. Otra luz he visitado el Museo. Yo solo. Con la belleza. Una iglesia desacralizada. Restauración exacta. Prodigio en el cielo de los muros. Prodigio en las vidrieras. Formidable la piedra. La iglesia secularizada. Sin embargo, dios está. Seguro. Dios aquí sí que está. Solo. Yo. Con ella. Con él. Otra luz.
lunes, 29 de julio de 2019
Maestro Gamoneda
![]() |
El profesor de la Cruz con Antonio Gamoneda |
Cuando dos poetas se encuentran en el camino, fueran quienes fueran -no importa su altura, su relumbrón, su pena-, uno siempre es maestro y el otro siempre es aprendiz. El maestro sabe. Lo sabe -casi- todo. El aprendiz pregunta. Le pregunta. Le acosa süave. Y, entonces, entre ambos, fluye. Trasparente. Fluye...
Consulte la página de "Poetas en Mayo", de Vitoria-Gasteiz
domingo, 28 de julio de 2019
PoesíApp: Cuenca soñada y despierta
La belleza de Cuenca exige una resolución metafísica. Cuenca existe. Debe existir. Sería una crueldad estética que un requiebro así no existiera. Cuenca existe. Una belleza como la suya debe ser. Pero Cuenca está dormida. Cuenca se permanece durmiendo. Su belleza es onírica. No hay nadie despierto en Cuenca. Todos duermen. Cuenca sólo se puede soñar. Su belleza es una ilusión. Cuenca no más se puede habitar que ilusionadamente. Todos los soñadores la residen.
martes, 14 de mayo de 2019
PoesíApp: La Cuidadora
Ella. Es ella. Ella es la protagonista de este poema. Del
poema. Ella. La cuidadora. Lava al desahuciado. Que apesta. Protege al abuelo
miedoso. Es decir, al hombre. Cuidado no es otra rosa que amor. Ella. Es ella.
La cuidadora. Bella en su campechanía. Honda en superficialidad. Porque su
superficie toda es mimar la fragilidad. No es culta. Pero sabe al débil. Y yo
la estoy poniendo en libro. Ahora. Ahora mismo. Sabe gritar el decibelio justo
al viejo sordo. Sabe la caricia máxima al moribundo. Sabe la cucharada exacta
del hambriento. Del hambriento de amor. Ella. Es ella. La
protagonista del poema. La cuidadora. Rodeada de muerte. Merodeada.
Perdedora. Claro. Perdedora. Siempre perdedora. La otra gana siempre. Pero ella
es constante. Constante. Su cuidado constante más acá.
jueves, 11 de abril de 2019
PoesíApp: Café con hielo
Para muchos -para casi todos- es un crimen culinario. Para
mí -tal bien sólo para mí- se me encapricha una exquisitez. Empedrar el café
solo y negro con unas tantas rocas de hielo.
Se me encapricha un arte helar de
súbito la cremosidad negra y sola. Sabiendo permanecer la espesura. Y
beber de inmediato negrura crema helada. Sin admitir nunca el aguachirle. Se me
encapricha un arte resolver amargura líquida en negra flor y nata piedra fría.
Será criminal. Anormal. Pero no otra losa se me encapricha la vida.
viernes, 22 de febrero de 2019
PoesíApp: El túnel
Estar sin estar en el túnel. Saber que estás en él a
sabiendas, cierto, de que estás fuera. Saberte oscuro y no tener duda de que
clareas y de que aclaras. La certeza negra y la conciencia cándida al mismo
verso. No encontrar. No poder. No poder encontrar la salida y, a las seis,
pernanecerte exterior en la relativa libertad de que el hombre es rapaz. Estar
sin estar en el túnel. Vivir estando y no estando. Así. Hoy.
domingo, 3 de febrero de 2019
PoesíApp: "Mi madre"
No pude conseguirlo. Me hubiera rozado que mi madre hubiera podido visitarla. Que mi madre hubiera podido visitar ésta mi ultima casa. Esta casa en la que envejezco. Pero no pude conseguirlo. Mi madre murió hace unos doscientos años. Se devana muy lento, muy largo, el tiempo, sin una madre. Ayer ya no aguantaba más. Yo. Ya no aguardaba mar. Y decidí invitarla. La amá, claro, aceptó. Encantada. Muertemente encantada. Al encantamiento visitó mi casa. Ésta en la que envejezco. Era curiosa. Era curioso que mi madre se permaneciera más joven. Más joven que yo. Vino en plétora de peinado y tacones. Bellísima. Muertemente bellísima. Lo escrutaba todo. Todo le gustaba. Mi casa de viejo le placía. Su oropel y su soledad. Cuando iba a enseñarle mi dormitorio abigarrado y soltero ya no estaba. Sabía. Sabia. Mi madre.
martes, 15 de enero de 2019
PoesíApp: Soñar en blanco y negro
Por ladrones que roto el mundo sabe desde que cumplí
cincuenta soy un hombre trágico. Antes era nada a penas que sólo un hombre. Que
es decir lo mismo. Un hombre trágico. Soy. Como hombre mágico por las noches
verdes sueño negro. En negativo. Sueño sueños en blancoynegro sólo negros. En
negro. En negativo negro. Sueños en los que, perdido -claro-, no sólo me
pierdo. Sino que pierdo. Siempre pierdo. Sueños en negativo negro en los que
siempre pierdo. Mi instinto de hombre trágico, mágico, me ha hecho -a pecho-
desarrollar un mecanismo de defensa. En el betún de las noches descalzas
soy capaz de despertarme a voluntad. En lo más insoportable. Soy capaz de
gestionar mi despertación cuando ya mi tragedia no se soporta más. Soy capaz de
romper el sueño. De discontinuarlo. De volver. Soy capaz de matarme como
soñador y volcarme. A la vigilia también insoportable. Para poder
soportarlo. Soportarme.
viernes, 4 de enero de 2019
PoesíApp: ¿Por qué Federico llevaba pajarita?
En mi Biblioteca hay infinidad de libros. Hay un infinito en libros. Hoy deseo librear uno.
Por las mañanas, recién levantado, me ejercito. En mi Biblioteca. Me ejercito. Engañadoramente. Una suerte de filia física entre la gimnasia para ancianos y la ancianidad titiritera. Al final de la ímproba tabla atlética me apoyo exhausto en una mesa sobre la que aterriza él. El libro. El libro de Federico.
Por las mañanas, todas las mañanas, recién ejercitado, sonrío a su portada. Sonrío a la portada desde la que Federico... Desde la que Federico se contorsiona. Ataviado con un terno. La mano derecha impulsiva. En alza. La izquierda abajada, asida a un bastón. No un bastón de mando. De canto. Un bastón de canto. Federico. Con su terno. En salto. Saltando. Contorsionado. Con su pajarita. No está saltando Federico. En verdad no está saltando. Con su pajarita al cuello -pájaro al cielo, claro- Federico no está saltando. Volando. Federico está volando. En la portada de mi libro. Y siempre. Como siempre. Federico siempre volando.
Por las mañanas. Todas las mañanas. Yo. Exhausto.
lunes, 31 de diciembre de 2018
PoesíApp: Champán
Mandarina. Chocolate. Dos bolas heladas. Dos bolas de
helado. Sabor álgido en boca. Frío de fruta y frío de cacao. El champán. De
repente. A su irrupción en espuma irreverente -también helada- el paladar se
congestiona. El champán enfatiza al mismo tiempo dulzura y amargor. Como una
explosión de gustos. Como una contradicción de amores. Qué sutil. El champán.
Feliz Año 2019 a todos mis lectores, con mi agradecimiento por su generoso seguimiento de estas páginas.
lunes, 24 de diciembre de 2018
PoesíApp: "Dicen por Navidad"
Dicen que tal noche como la de hoy, año tras año -la misma
noche-, nace un niño -el mismo niño- en un exótico pueblecito. Dicen que nace
pobremente: entre animales y pastores y ciervos heridos. Dicen que le alumbra
una estrella con forma de nacimiento. Dicen que ese niño es dios. No un dios
cualquiera. Sino dios. Que dios nazca recurrentemente me divierte. Que dios
nazca entre los pobres no me lo creo. Que dios nazca estrellado me lo puedo
imaginar. Que dios naciera niño me fascinaría. Que dios naciera en bebé frágil
y meón sería el no va más de las revoluciones. Así que...
domingo, 16 de diciembre de 2018
PoesíaApp: Medinaceli
Medinaceli. Nunca antes. Nunca antes lo había cogido. Nunca
antes me había acogido. El espacio. El espacio sideral. Medinaceli. Es la
noche. Alta. La noche alta de Medinaceli. Me asomo a la negrura sinfín. Me
asume la pura oscuridad. El atezamiento brillante. Brillante. Porque mil
fogonazos titilan en el horizonte imposible. Intuido. Mil fingidas luminarias
titubean. Mil ráfagas deslumbran. Mil chispas destellan la oscuridad. No son
estrellas. Que también vanidosean. Son intermitencias humanas. Son luces
humanas. Son rachas de electricidad humana que rayan la noche. Negror y brillo.
Medinaceli. Sólo el espacio. Sólo el espacio sideral que me encoge.
viernes, 16 de noviembre de 2018
PoesiApp: "A deshoras"
A deshoras. En buena hora. Delicadas sardinas Albo en salsa picantona de tomate. Copa flauta de cava catalán. Peritas de San Juan en almíbar suave. Cafetito nespresso con galletita de chocolate. A deshoras. En buenahora. Anacreóntico homenaje. Tan venial. Tan perdonable...
jueves, 30 de agosto de 2018
'PoesíApp' se convertirá en un libro
Juan L. de la Cruz Ramos lo ha desvelado en una conversación mantenida con el periodista Gorka Zumeta
Así lo ha confirmado su autor, el poeta donostiarra, afincado en Bilbao, y profesor de la UPV, Juan L. de la Cruz Ramos, en una entrevista que ha mantenido con el periodista Gorka Zumeta. De la Cruz también ha confesado que lleva bastantes años con un libro que se le resiste, que incluso tiene título –“La inauguración de la belleza”- un tratado muy personal sobre la vejez, la infancia, lo sensual y sexual. En la entrevista se refiere a sus lectores de este blog, que cada día van en aumento, a los que agradece su interés por esta bitácora. “Si tuviera que escoger dos sensaciones que me producen los miles de poemas leídos en estos pocos años de vida del blog, serían ‘agradecimiento’, y ‘sorpresa’ por mis lectores”.
En la charla desarrollada entre
el poeta Juan L. de la Cruz Ramos y el periodista Gorka Zumeta, ante todo
grandes amigos, el profesor de la UPV elige, y recita, uno de sus poemas
favoritos. Merece la pena escucharlo recitado en boca de su propio creador, con un meticuloso montaje de sonido que acompaña al recitado. Es un poema elegido de su libro
“Teoría de fragmentos”, escrito en
2011.
“Creo que lo trágico puede con lo cómico en la vida”
![]() |
El autor, retratado entre libros, por Gorka Zumeta |
Así lo ha confirmado su autor, el poeta donostiarra, afincado en Bilbao, y profesor de la UPV, Juan L. de la Cruz Ramos, en una entrevista que ha mantenido con el periodista Gorka Zumeta. De la Cruz también ha confesado que lleva bastantes años con un libro que se le resiste, que incluso tiene título –“La inauguración de la belleza”- un tratado muy personal sobre la vejez, la infancia, lo sensual y sexual. En la entrevista se refiere a sus lectores de este blog, que cada día van en aumento, a los que agradece su interés por esta bitácora. “Si tuviera que escoger dos sensaciones que me producen los miles de poemas leídos en estos pocos años de vida del blog, serían ‘agradecimiento’, y ‘sorpresa’ por mis lectores”.
Juan L. de la Cruz Ramos reconoce
en esta entrevista que, si tuviera delante a uno de sus lectores habituales, “le preguntaría por qué, por qué elige mi
poesía, con todo lo que existe en internet, y aún más, por qué no solo me
elige, sino que me sigue”.
El autor de esta bitácora
dedicada a la creación literaria repasa, y trata de explicarse, el origen
geográfico de sus lectores que, mayoritariamente proceden de Estados Unidos y,
en segundo lugar, de España, su país de origen. Pero, en el camino, también hay
lecturas que se han realizado desde China, Colombia, Ucrania, Argentina y México,
según los datos que establece el administrador de Blogger, de Google.
La entrevista discurre por otros
vericuetos relacionados con su obra. Los años aportan experiencia y ésta se transforma
en materia prima para la creación literaria. Acumular vivencias es avanzar en
la poesía, tal y como reconoce Juan L. de la Cruz Ramos en esta entrevista. “Sí, la palabra ‘vivencias’ es correcta, pero más todavía ‘tragedias’. En mi opinión, la vida, por supuesto es un
cúmulo de satisfacciones, claro; pero también es un cúmulo de tragedias, grandes
o pequeñas, y esto es lo que intento verter en mis poemas”.
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Juan L. de la Cruz con sus libros |
Zumeta subraya en la obra de su
amigo que “hay pocos brotes de alegría en
tus versos”, a lo que el poeta replica: “hay algunos libros que están inéditos que yo diría que sí son libros de
alegría. De los que están publicados, incluso el último, “La misma agua” (2017), es un libro alegre, pero el prólogo
mata esa alegría. Son libros de tristeza porque yo creo que, aunque soy un
hombre que vivo bien, creo que lo trágico puede a lo cómico en nuestra vida”.
Respecto a los futuros proyectos
literarios de Juan L. de la Cruz Ramos, el poeta adelanta que hay dos obras que
están en línea de salida. “Uno, ya lo
sabes, ‘PoesíApp’, tú me regalaste el
título, será una compilación de whatsapp líricos que he ido escribiendo a lo
largo del último año o año y medio y el otro es un libro que estoy constantemente
escribiendo, y que no termino de terminar nunca, y que se titula “La inauguración
de la belleza”, y que es una reflexión
sobre la estética, hecha desde un punto de vista que creo que interesará, habla
de la vejez, pero también de la infancia, pero no termino nunca de escribir
este libro”.
La conversación concluye entre risas
cómplices, cuando de la Cruz y Zumeta tratan, con humor, de desentrañar el
origen de las lecturas de los poemas del profesor, atendiendo a los diferentes
países desde donde se contabilizan las entradas en el blog. ¿De dónde salen los
lectores que tiene Juan L. de la Cruz Ramos en Ucrania? ¿Y los chinos?
En definitiva, una breve conversación, de poco más de cinco minutos, que incluye el recitado de un poema por parte del autor, que se sigue con interés, porque explica, de primera mano, el pensamiento que da origen a su obra.
En definitiva, una breve conversación, de poco más de cinco minutos, que incluye el recitado de un poema por parte del autor, que se sigue con interés, porque explica, de primera mano, el pensamiento que da origen a su obra.
miércoles, 29 de agosto de 2018
PoesíApp: "El Alpinista"
Hallado en el Diario de un alpinista. Muerto. A miles de
metros hacia el cielo. Protegido blandamente en bolsa de amor. Papel sepia
mate. Húmedo. Lápiz de carbón fino. Imponente letra. Final. Letra final.
Tiemblo. En el Diario de un alpinista. Muerto:
"Tarde. Hombre. Tarde. Siempre tarde. Hombre siempre.
Tarde descubro que la altura justa de la Montaña, la altitud perseguida, la
altivez acosada no es la inalcanzable eminencia de los mapas sino,
exactamente, la inminencia miserable que se logra..."
lunes, 25 de junio de 2018
PoesíApp: La película
Yo lo he visto en una película. Un cómico. En
calzoncillos. Desgarbado y flacucho. Entre esperpéntico, charlotesco,
surrealista y pánico. Huyendo del absurdo, gesticulando ostensiblemente, en plena
hiperactuación, ingresa, sin saberlo -esta inconsciencia es poéticamente muy
importante-; ingresa, sin saberlo, digo, en un campo de minas.
Larguirucho y enteco, gesticulando ostensiblemente, ostensiblemente feliz,
brinca y baila de acá para allá. En su libertad ignorante. De repente,
alguien, desde fuera -siempre hay alguien, fuera, aguafiestas-; alguien,
desde fuera, digo, le advierte de las minas. Por doquier. Las minas por
doquier. Y entonces el esperpento en calzoncillos, desgarbado y flacucho, que,
por fin, sabe dónde está, se detiene, hiperactúa su paro. Pánico. Quietísimo. Y
la película acaba. Se acaba. Me termina. Yo la he visto.
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